Renacerá Orquideario Soroa
La comparación de los más viejos para referir un desastre, era el ciclón del 44, sin embargo para esa fecha ya había nacido el Orquideario Soroa, porque un año antes el doctor Tomás Felipe Camacho había iniciado su promesa con la hija fallecida, la obra que concluiría en octubre de 1952.
Ahora Gustav, con una tremenda envidia, pretendió borrar lo que la mano humana había hecho en el seno de la naturaleza silvestre del lugar y aunque la furia del viento ahuyentó a la fauna y demolió la flora, los trabajadores del singular Orquideario se comprometen a hacerlo renacer como al ave fénix.
El canto de los pájaros dio paso al ronroneo de las moto sierras, se confunden calles, aceras, muros y especies vegetales, todo es un amasijo verde que cada día va del ocre y al pardo, bajo el ardiente sol.
Se calcula a priori que el 60 por ciento de los individuos de orquídeas que estaban en los exteriores se perdieron, igual suerte corrió toda el área de exhibición, mientras que el ciento por ciento del arbolado se hizo una maraña verde con olor a madera recién cortada, mejor dicho triturada.
El doctor Ernesto Mujica, responsabilizado con las colecciones, recuerda que en 1978 pasó a manos de la Universidad Hermanos Saíz, de Pinar del Río, y con un trabajo minucioso recobró su esplendor como un lugar de esparcimiento y su prestigio como centro de desarrollo e investigación científica.
Este paraje atesora dos colecciones con 700 especies, de la miles que existen en el mundo, divididas en una exótica y otra científica, esta última agrupa a las variedades cubanas, con 130 de las 310 especies criollas, que permite las condiciones de hábitat a estas bellas flores.
Sin embargo, la furia del huracán pudo destruir la belleza del entorno, pero fue incapaz de demoler el tesoro botánico del lugar, los trabajadores pusieron a buen recaudo los viveros y se perdieron las réplicas que se exhibían, pero las originales mantuvieron su vitalidad.
Estudiantes y trabajadores de la Universidad Hermanos Saíz, estudiantes de la UCI, vecinos del lugar y trabajadores del Orquideario laboraban el miércoles ininterrumpidamente en el saneamiento del lugar. |
Para Mujica lo más lamentable es el daño al ciento por ciento del arbolado, se perdieron especies únicas de árboles como el Pata de elefante, Bala de cañón, árbol del Pan, árbol del Viajero, mamey de Santo Domingo y el Sauce llorón, quizás ahora haya una justificación para el lagrimeo de esta planta.
El departamento de Economía del centro quedó prácticamente sin documentos, por la furia del agua y el viento, pero no pudo destruir ni el fondo de la biblioteca ni la documentación científica, aunque las pérdidas son notables en equipamiento, fueron baja cinco computadoras, tres impresoras y seis acondicionadores del aire.
El ingeniero Luis Enrique Villalón, director del Orquideario, expresa que no tiene dudas de que con el esfuerzo de sus trabajadores y la ayuda externa, el centro renacerá. Cómo va a dudarlo si de 43 empleados tiene a 20 con afectaciones totales en los techos de sus casas y cinco parciales, y están luchando hombro con hombro junto al resto para sacar su segunda casa adelante.
Realmente hay un sentimiento solidario de personalidades e instituciones, ya se han personado en el lugar el doctor Juan Vela, ministro de Educación Superior; Maritza García directora del Centro Nacional de Áreas Protegidas; José Antonio Díaz Duque, viceministro del CITMA; el doctor Andrés Erasmo Ares, rector de la universidad pinareña, y la doctora Ángela Leiva, directora del Jardín Botánico Nacional.
La doctora Leiva, acompañaba al ingeniero Villalón, expresó a Guerrillero que ha visto en ocasiones anteriores desastres de similar magnitud en su propio botánico y en el de Cienfuegos, pero que no tiene dudas de la recuperación, porque ellos van a cooperar en todo lo que sea posible, además de circular las imágenes en la red nacional de jardines e incluso pedirán colaboración a otros semejantes en Inglaterra, España y el área del Caribe.
En el momento de nuestra visita aquellas ruinas eran como una colmena, donde se movían decenas de voluntarios de la Universidad de Ciencias Informáticas, cuadros y estudiantes de la Universidad de Pinar del Río; vecinos del lugar, trabajadores de la Estación Sismológica –que es un solidario vecino-, y ya habían expresado su disposición a contribuir en todo hasta la Empresa de Cítricos de Ceiba.
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