Una parte enterrada de la historia pinareña
*Un municipio de cuando corsarios y piratas
En el olvidado sitio de Bajas hay un antiguo cementerio, que quizás para muchos no sea más que un estorbo en el paisaje, para otros una enyerbada ruina, para algunos el santo lugar donde reposa los restos de sus seres queridos, pero para unos pocos es un mudo testigo de una historia muy vieja que desconocen la mayoría de los pinareños.
Aquí, en la costa norte de Pinar del Río, yace enterrada parte de la memoria vueltabajera, donde se abrazan los municipios de Minas de Matahambre y Mantua, que conocimos por la acuciosa investigación de los licenciados Rolando Beades y Anicia Martínez García.
El diminuto pueblo blanco resulta un anacronismo entre tanto verdor, donde el malvado marabú, que seguro no estaba allí hace 400 años, se ha empeñado en ahogar, porque hace más de 30 años no se producen enterramientos.
Para los autores del inédito libro debe haber representado muchas horas de insomnio en el minucioso estudio de documentos, lectura de actas y otros viejos libros, que nos permiten saber hoy cómo era el Vueltabajo en sus inicios, su nacimiento y, quizás desde antes, la nueva jurisdicción de Filipinas.
Santo Domingo de Bajas
1596
El 27 de marzo de 1596 fue entregada la merced del territorio Santo Domingo de Bajas a Rafael Acosta, en un agreste lugar de la costa norte de la más occidental de la Isla, donde ya desde 1537 se suponía el tráfico de temidos corsarios y piratas que oteaban desde sus naves de guerra el litoral en busca de alimentos y otros géneros que rapiñar.
La zona no debe haber estado muy desarrollada, porque según Emeterio Santovenia en el año 1600 en el Vueltabajo (hoy Pinar del Río) habría una 600 personas y en el territorio que ocupa Matahambre serían unas 40, tomando como criterio que solo se habían mercedado para esa fecha cinco haciendas.
Nace Filipinas
El 23 de julio de 1774 Felipe de Fonsdeviela había fundado la tenencia de gobierno de Filipinas, que se extendía desde el río Los Palacios hasta el cabo San Antonio.
En este desandar histórico, 53 años después, surge el partido de Bajas, que según Esteban Pichardo comprendía la zona norte y el centro del actual municipio de Minas de Matahambre, aunque luego se le agregó – en 1847- Malas Aguas, que hasta entonces pertenecía a Consolación del Norte
(La Palma).
Cuando aparece Bajas como partido indudablemente había avance económico, porque ya existían cuatro zonas de pesca perfectamente delimitadas: por la costa norte Santa Lucía y Malas Aguas; Cayo Jutías a barlovento, de Antonio Ultarán, y Cayo Jutias, a sotavento, del Negro Caribe.
De acuerdo con el censo de población y viviendas de 1819, de José Aguilar, teniente gobernador de Filipinas, el partido de Bajas tenía ya 352 habitantes.
Por qué partido
La cabecera del partido era el propio poblado, en las tierras rojas que besaban el mar y al fondo abundantes bosques solo limitados por la cordillera de Guaniguanico. Su gobernación estaba a cargo de un subcapitán juez pedáneo, al igual que en los territorios de Pinar del Río y San Juan y Martínez, con igual nomenclatura.
Esta estructura gubernamental colonial tenía unas 13 leguas, del río San Diego al río Abra, confluencia del río Pan de Azúcar. Limitada al este y noroeste con Mantua; al suroeste y sur con Guane; al suroeste con San Juan y Martínez; al suroeste con Pinar del Río; al este con Consolación del Norte; y al norte con el Golfo de México.
La razón para que se legalizara como partido fue el poco progreso de Filipinas en sus 25 años de fundada, que se reveló por una investigación encargada a José María de la Torre y Antonio López.
Durante tres meses recorrieron el norte, por mar y por tierra y se hizo con la aprobación del IV Rey de España.
Las haciendas
Las riquezas de la época se encontraba en las haciendas y era común las compraventas incluso entre padres e hijos. Aparte de la pesca, por la proximidad de los pueblos a la costa, que también les reportaba muchos sustos por los inesperados visitantes marinos.
Además los fuertes eran la agricultura y la ganadería, fundamentalmente ganado mayor y puerco, como parte de una economía de supervivencia e intercambio.
Nombres sobresalientes de la época, propietarios de esas haciendas eran Francisco Miranda, Nicolasa Chirino, Luís Izquierdo, por solo citar algunos, que manejaban la economía de la región.
Durante esa época Bajas era todavía parte del municipio de Pinar del Río, pero el nueve de mayo de 1867 el Consejo de Administración de la Isla de Cuba aprobó su traslado para la jurisdicción de Mantua.
Las seis provincias
Por Real Decreto del nueve de junio de 1878, el Rey Alfonso divide la Isla en seis provincias civiles, cuyos nombres tomaron de sus respectivas capitales, por lo que surge Pinar del Río, provincia de tercera clase con 25 municipios; La Habana, única de primera clase y Santiago de Cuba, de segunda.
Con la anterior medida desaparecieron las jurisdicciones y los partidos comienzan a llamarse municipios, por lo que Bajas se quedó entonces sin su capitán pedáneo y los cabos de ronda de los cuartones Nombre de Dios, Malas Aguas y Quemados de Pineda. Las nuevas funciones las asumió el Ayuntamiento Municipal.
Ya el 12 de agosto de 1879 Bajas aparece como Ayuntamiento o Municipio, en lo civil adscrito al partido judicial de Pinar del Río, en lo religioso o eclesiástico -desde el punto de vista de diócesis- al Obispado de La Habana.
En 1880 tenía siete barrios, 10 fincas mayores, 170 fincas menores, dos policías, 21 guardias y un ingreso al presupuesto de 624 pesos.
Así transcurría la vida en el verdor del norte occidental, con un azulado mar, luchando por el desarrollo, pero si pretensiones patrióticas para los vecinos de esta región, que conocieron de la Guerra de los diez años, sin tomar acciones o por lo menos de ellas no sabemos.
No había dudas de que esta parte era un bastión español como correspondía a un país, fiel colonia de una metrópoli europea, con el poder político en sus manos, pero el económico ya se les fugaba a los Estados Unidos.
Hacia 1884 la naciente nación del norte absorbía el 85 por ciento de los productos de Cuba, particularmente azúcar y mieles, de cuya producción compraba el 94 por ciento.
Una muestra es el informe del cónsul norteamericano en la Habana, en 1881. “Comercialmente Cuba se ha convertido en una dependencia de los Estados Unidos, aunque continúe dependiendo políticamente de España.”
Decadencia y caída de Bajas
Cuando se desata la guerra necesaria de José Martí, la óptica era diferente a la de la primera contienda, había que llevar las hostilidades hasta occidente y destruir el basamento económico de la Corona.
Por eso se organizó y efectuó la victoriosa invasión del mayor general Antonio Maceo, que tuvo sus principales combates durante las operaciones en el territorio de Pinar del Río.
Era lógico que la mayoría de las comunidades occidentales fueran bastiones del gobierno colonial, y el resultado de las operaciones militares libertadoras así lo demuestran.
En 1898 un grupo de vecinos envía una comunicación al Gobernador General y otro por la Comandancia Militar, en el que se solicitaba se estableciera la cabecera del término municipal de Bajas en la playa Río del Medio, por razones de desarrollo del lugar propuesto, en cuando a prosperidad, aumento poblacional y de viviendas, pero la realidad era que el asiento de Bajas había sido casi destruido por la paso de las tropas mambisas.
Sin embargo la petición no tuvo respuesta…Bajas fenecía como municipio y se sumía en una involución indetenible, de la que hoy queda como simple testigo, el camposanto que las hierbas comerán de no tomarse acción, y que aunque no sea un elemento histórico patrimonial, es una huella del pasado de nuestros orígenes.
(Para dar cuerpo a este trabajo, fue de un valor inestimable la investigación de Rolando y Anicia, pero no sería justo, desconocer en la tercera etapa, el territorio entre 1510- 1898, la asesoría a ellos brindada por los masteres en Ciencias Luís Enrique Ginebra y Juan Carlos Rodríguez.)
En el olvidado sitio de Bajas hay un antiguo cementerio, que quizás para muchos no sea más que un estorbo en el paisaje, para otros una enyerbada ruina, para algunos el santo lugar donde reposa los restos de sus seres queridos, pero para unos pocos es un mudo testigo de una historia muy vieja que desconocen la mayoría de los pinareños.
Aquí, en la costa norte de Pinar del Río, yace enterrada parte de la memoria vueltabajera, donde se abrazan los municipios de Minas de Matahambre y Mantua, que conocimos por la acuciosa investigación de los licenciados Rolando Beades y Anicia Martínez García.
El diminuto pueblo blanco resulta un anacronismo entre tanto verdor, donde el malvado marabú, que seguro no estaba allí hace 400 años, se ha empeñado en ahogar, porque hace más de 30 años no se producen enterramientos.
Para los autores del inédito libro debe haber representado muchas horas de insomnio en el minucioso estudio de documentos, lectura de actas y otros viejos libros, que nos permiten saber hoy cómo era el Vueltabajo en sus inicios, su nacimiento y, quizás desde antes, la nueva jurisdicción de Filipinas.
Santo Domingo de Bajas
1596
El 27 de marzo de 1596 fue entregada la merced del territorio Santo Domingo de Bajas a Rafael Acosta, en un agreste lugar de la costa norte de la más occidental de la Isla, donde ya desde 1537 se suponía el tráfico de temidos corsarios y piratas que oteaban desde sus naves de guerra el litoral en busca de alimentos y otros géneros que rapiñar.
La zona no debe haber estado muy desarrollada, porque según Emeterio Santovenia en el año 1600 en el Vueltabajo (hoy Pinar del Río) habría una 600 personas y en el territorio que ocupa Matahambre serían unas 40, tomando como criterio que solo se habían mercedado para esa fecha cinco haciendas.
Nace Filipinas
El 23 de julio de 1774 Felipe de Fonsdeviela había fundado la tenencia de gobierno de Filipinas, que se extendía desde el río Los Palacios hasta el cabo San Antonio.
En este desandar histórico, 53 años después, surge el partido de Bajas, que según Esteban Pichardo comprendía la zona norte y el centro del actual municipio de Minas de Matahambre, aunque luego se le agregó – en 1847- Malas Aguas, que hasta entonces pertenecía a Consolación del Norte
(La Palma).
Cuando aparece Bajas como partido indudablemente había avance económico, porque ya existían cuatro zonas de pesca perfectamente delimitadas: por la costa norte Santa Lucía y Malas Aguas; Cayo Jutías a barlovento, de Antonio Ultarán, y Cayo Jutias, a sotavento, del Negro Caribe.
De acuerdo con el censo de población y viviendas de 1819, de José Aguilar, teniente gobernador de Filipinas, el partido de Bajas tenía ya 352 habitantes.
Por qué partido
La cabecera del partido era el propio poblado, en las tierras rojas que besaban el mar y al fondo abundantes bosques solo limitados por la cordillera de Guaniguanico. Su gobernación estaba a cargo de un subcapitán juez pedáneo, al igual que en los territorios de Pinar del Río y San Juan y Martínez, con igual nomenclatura.
Esta estructura gubernamental colonial tenía unas 13 leguas, del río San Diego al río Abra, confluencia del río Pan de Azúcar. Limitada al este y noroeste con Mantua; al suroeste y sur con Guane; al suroeste con San Juan y Martínez; al suroeste con Pinar del Río; al este con Consolación del Norte; y al norte con el Golfo de México.
La razón para que se legalizara como partido fue el poco progreso de Filipinas en sus 25 años de fundada, que se reveló por una investigación encargada a José María de la Torre y Antonio López.
Durante tres meses recorrieron el norte, por mar y por tierra y se hizo con la aprobación del IV Rey de España.
Las haciendas
Las riquezas de la época se encontraba en las haciendas y era común las compraventas incluso entre padres e hijos. Aparte de la pesca, por la proximidad de los pueblos a la costa, que también les reportaba muchos sustos por los inesperados visitantes marinos.
Además los fuertes eran la agricultura y la ganadería, fundamentalmente ganado mayor y puerco, como parte de una economía de supervivencia e intercambio.
Nombres sobresalientes de la época, propietarios de esas haciendas eran Francisco Miranda, Nicolasa Chirino, Luís Izquierdo, por solo citar algunos, que manejaban la economía de la región.
Durante esa época Bajas era todavía parte del municipio de Pinar del Río, pero el nueve de mayo de 1867 el Consejo de Administración de la Isla de Cuba aprobó su traslado para la jurisdicción de Mantua.
Las seis provincias
Por Real Decreto del nueve de junio de 1878, el Rey Alfonso divide la Isla en seis provincias civiles, cuyos nombres tomaron de sus respectivas capitales, por lo que surge Pinar del Río, provincia de tercera clase con 25 municipios; La Habana, única de primera clase y Santiago de Cuba, de segunda.
Con la anterior medida desaparecieron las jurisdicciones y los partidos comienzan a llamarse municipios, por lo que Bajas se quedó entonces sin su capitán pedáneo y los cabos de ronda de los cuartones Nombre de Dios, Malas Aguas y Quemados de Pineda. Las nuevas funciones las asumió el Ayuntamiento Municipal.
Ya el 12 de agosto de 1879 Bajas aparece como Ayuntamiento o Municipio, en lo civil adscrito al partido judicial de Pinar del Río, en lo religioso o eclesiástico -desde el punto de vista de diócesis- al Obispado de La Habana.
En 1880 tenía siete barrios, 10 fincas mayores, 170 fincas menores, dos policías, 21 guardias y un ingreso al presupuesto de 624 pesos.
Así transcurría la vida en el verdor del norte occidental, con un azulado mar, luchando por el desarrollo, pero si pretensiones patrióticas para los vecinos de esta región, que conocieron de la Guerra de los diez años, sin tomar acciones o por lo menos de ellas no sabemos.
No había dudas de que esta parte era un bastión español como correspondía a un país, fiel colonia de una metrópoli europea, con el poder político en sus manos, pero el económico ya se les fugaba a los Estados Unidos.
Hacia 1884 la naciente nación del norte absorbía el 85 por ciento de los productos de Cuba, particularmente azúcar y mieles, de cuya producción compraba el 94 por ciento.
Una muestra es el informe del cónsul norteamericano en la Habana, en 1881. “Comercialmente Cuba se ha convertido en una dependencia de los Estados Unidos, aunque continúe dependiendo políticamente de España.”
Decadencia y caída de Bajas
Cuando se desata la guerra necesaria de José Martí, la óptica era diferente a la de la primera contienda, había que llevar las hostilidades hasta occidente y destruir el basamento económico de la Corona.
Por eso se organizó y efectuó la victoriosa invasión del mayor general Antonio Maceo, que tuvo sus principales combates durante las operaciones en el territorio de Pinar del Río.
Era lógico que la mayoría de las comunidades occidentales fueran bastiones del gobierno colonial, y el resultado de las operaciones militares libertadoras así lo demuestran.
En 1898 un grupo de vecinos envía una comunicación al Gobernador General y otro por la Comandancia Militar, en el que se solicitaba se estableciera la cabecera del término municipal de Bajas en la playa Río del Medio, por razones de desarrollo del lugar propuesto, en cuando a prosperidad, aumento poblacional y de viviendas, pero la realidad era que el asiento de Bajas había sido casi destruido por la paso de las tropas mambisas.
Sin embargo la petición no tuvo respuesta…Bajas fenecía como municipio y se sumía en una involución indetenible, de la que hoy queda como simple testigo, el camposanto que las hierbas comerán de no tomarse acción, y que aunque no sea un elemento histórico patrimonial, es una huella del pasado de nuestros orígenes.
(Para dar cuerpo a este trabajo, fue de un valor inestimable la investigación de Rolando y Anicia, pero no sería justo, desconocer en la tercera etapa, el territorio entre 1510- 1898, la asesoría a ellos brindada por los masteres en Ciencias Luís Enrique Ginebra y Juan Carlos Rodríguez.)
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Mayra María -