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Matahambre: weblog de Ramón Brizuela Roque

Los falsos positivos

Los falsos positivos

En la vida se enfrentan dos poderosas tendencias, la positiva y la negativa. La primera es optimismo, desarrollo, felicidad, mientras que la segunda representa todo lo contrario. Eso ocurre en todas las culturas, como por ejemplo el taoísmo chino se basa en el yinyang como ordenamiento universal. El yin representa la feminidad y la asocian con lo pasivo, en tanto el yang es lo masculino y enérgico. No voy a agobiarlos con la filosofía oriental y menos con la occidental, sino con prácticas comunes vinculadas a nosotros y que mezclan los polos opuestos, donde encontramos una tercera posición: los falsos positivos. En salud un falso positivo pudiera ser un examen, que por diversas razones arrojara un resultado contrario a la realidad, lo que es posible por un fallo humano o de tecnología. Sin embargo, un falso positivo en lo social son los individuos -no se distinguen por el género- que aparentan una cosa y son otra. Un deshonesto, aparentemente honesto; un inculto por un supuestamente culto o culta; un farsante con imagen de persona confiable o un traidor que parece ser leal. Los falsos positivos hacen mucho daño, porque los mentirosos, deshonestos, depravados, inmorales, todo el mundo los identifica, lo malo son los que ofrecen una imagen tergiversada y camuflada a la vista de todos. Entonces es cuando alguien exclama, "quién lo iba a decir, mira en lo que se convirtió este o aquella..."No. Señores, nadie se convierte de la noche a la mañana, esa metamorfosis en cucaracha sólo es posible en la obra de Kafka, los humanos nacimos y nos formamos según el medio -aunque hay excepciones- luego algunos muestran realmente quienes son o lo ocultan de por vida. Esos que viven dos moralidades o como se dice comúnmente tienen doble cara, son los falsos positivos y no son fallos imputables a personas -excepto ellas mismas- ni a tecnologías. Todavía no se están manipulando genéticamente esos especímenes. Un antiquísimo refrán reza: "Árbol que nace torcido jamás su tronco endereza", lo que equivale a decir que quien vive bajo la piel de un falso positivo, jamás cambiará en su forma de pensar o actuar, aunque engañe a muchos. Los falsos positivos existen en todas las ramas de la sociedad, desde el contacto amigable y familiar hasta la más compleja política, no se someten a criterios filosóficos ni religiosos, en cuanto a lo psicológico ofrecen perfiles capaces de embaucar a más de un especialista. En la cultura y la intelectualidad los tenemos por doquier, desde los que muestran una inaudita sapiencia, a veces prendida con alfileres, hasta los capaces de demostrar la existencia de extraterrestres al doblar de la esquina. Para ser falso positivo no son necesarios estudios, se aprende desde pequeño y es como la fealdad, que con el paso de los años se puede incrementar. Estamos hablando de fealdad de alma, no de rostro, el honesto, honrado, sincero, leal, altruista será un eterno positivo, independientemente de su cara, los opuestos deberán cargar la cruz de los eternamente negativos. Los años de período especial fueron una escuela para el perfeccionamiento de las dos tendencias, se intensificaron cada una por su rumbo, se redimensionaron y pudimos conocer a muchos de los alineados en cada bando; ahora que estamos tenuemente en mejores condiciones económicas, comparadas con las tan difíciles del ayer, volvemos a ver los estereotipos: unos que agradecen cada día lo que tienen y otros que por subir son capaces de romperse hasta los zapatos de "afuera". Es un yinyang criollo, que no es estabilizador de ningún orden universal, pero sí le sirve a algunos para derrochar vanidad, creyendo que un móvil, gafas grandes y buena tela los lleva a la conquista del mundo, mientras se olvidan de Martí cuando escribió a María Mantilla: "Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera".

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Pedro González Munné -

¿Ying y Yang?