Intimidades de Familia
De izquierda a derecha Joel Lemus Cheo, la niña Emily, Belkis, Aldo Sisto Díaz, María y Aldo Sisto, hijo.
Contar en público las intimidades de una familia pudiera parecer no ético, máxime cuando te confiesan apreciados recuerdos, estimados por ellos como verdaderos tesoros sentimentales.
Periodísticamente no se trata de un reportaje ni de entrevistas, sino de una conversación familiar, que aunque íntima nos da algunas enseñanzas en estos tiempos necesarios, en que nuestros jóvenes deben conocer que más vale situarse al lado del deber y no donde se vive mejor.
La historia comienza con el huracán Katrina: primero la constitución del contingente Henry Reeves, en la que se selecciona a valiosos médicos cubanos para misiones de emergencia, pero el Presidente de los Estados Unidos no acepta la colaboración cuando el desastre de los diques de Nueva Orleans.
Entonces se produce el terremoto de Pakistán, como es habitual en estos casos Cuba ofrece ayuda urgente, y en el segundo grupo partía el cirujano pinareño Aldo Sisto Díaz.
El Mensaje de María
El Día de los Enamorados de 2006 fue muy diferente para el doctor Aldo Sisto Iturriagagoitía, el desastre climático de Bolivia exigía ayuda solidaria y los integrantes del contingente Henry Reeves fueron convocados urgentemente.
En la revisión de los listados la doctora Elia Rosa Lemus, funcionaria del Consejo del Estado, detecta un nombre familiar y después de los saludos de rigor le comenta a Fidel, mire Comandante este médico es hijo del doctor Aldo Sisto, el que está en Pakistán.
Pero el joven médico llevaba una encomienda y aunque no sabía si le era posible cumplirla, logró sobreponerse al nerviosismo y le dijo: “Comandante mi mamá le manda sus saludos y me pidió que le dijera que aunque ella no podía ser internacionalista mi papá, mi hermana y yo estamos dispuestos a cumplir donde sea…”
El Jefe de la Revolución, con sentido paternal, lo abrazó y con su habitual carisma, expresó: “Dígale a su mamá de mi parte, que ella es más internacionalista que ustedes tres juntos, le das mis saludos y mis respetos y sigan para adelante.”
Aldito, después de recibir la felicitación y las palabras de aliento… “tienes que seguir el camino del Che”. Sintió que no le dio un beso por su entereza de hombre, pero apreció sus palabras como las de un padre.
La quinta misión
Aldo Sisto Díaz ahora está en la Universidad de Adén, una labor donde comparte el tiempo en la asesoría de nuevas generaciones de médicos yemenitas, colabora en las investigaciones y asume difíciles intervenciones quirúrgicas, sorprendentes a veces para muchos especialistas.
La llama del internacionalismo arde en él desde las acciones como médico de guerra en los meses de 1976 en Angola, donde luego pasó a atender civiles; después en Cabo Verde en el período 1982- 84, hasta formar un curriculum al que se le pueden sumar Pakistán 2005-06, Bolivia y Yemen.
En combate desigual contra la naturaleza, soportando los rigores del intenso frío que desciende del Himalaya, allá tuvo que trabajar con algunos inventos, de los que aquí serían destacadas innovaciones de la ANIR.
Una peculiaridad de Sisto, acostumbrado a las exigencias del internacionalismo, es que esta vez le tocó trabajar en un hospital paquistaní, hombro con hombro, junto a los naturales de la región.
Las carencias de recursos eran muchas, pero sobraba la iniciativa y en sus tiendas de campaña devenidas hospital fueron aprovechando los medios y utensilios que habían abandonado en su retiro grupos humanitarios de Japón, Rusia, Francia y algunas ONG como Médicos sin Fronteras.
Pero esos inventos salvaron la vida a muchas personas, incluso el Comandante en Jefe Fidel Castro supo de ellos, cuando el canciller Felipe Pérez Roque, en cumplimiento de una misión en su nombre, recorrió la región y le informó en detalles todo lo que lo maravilló y sorprendió del trabajo de los médicos cubanos.
Pero el más sorprendido fue Aldo Sisto, cuando Felipe lo llamó por su nombre, porque quería saber más de aquella acción quirúrgica, de la que había sido informado Fidel de una innovación, para traccionar un tórax batiente external, poco frecuente, pero ocurrente y no había forma de hacerle la tracción. Entonces tuvo que colgar al paciente –con hilo grueso de sutura- del techo de la tienda para poder fijarle el tórax batiente. Era un proceder de dominio de todo cirujano, lo diferente era cómo hacerlo en el Hospital de campaña Batagram, en medio de una casa de lona.
El libro que al final firmó
La escena volvió a repetirse en la familia Sisto Iturriagagoitía, esta vez era Belkis quien partía para Venezuela y Elia Rosa le insistía en que saludara a Fidel para que le autografiara el libro Los niños del infortunio, escrito por el poeta y político venezolano Tarek Williams, a solicitud de Fidel sobre la ayuda médica cubana a Pakistán.
Belkis se llenó de valor, pero cuánta frustración cuando escuchó la respuesta: “No te lo puedo firmar porque si lo hago, tendría que firmárselo a todo el mundo”.
Aquello fue suficiente para que se sentara apartada, Elia Rosa le insistía que volviera, pero ¡que va, la pena era mucha!.
Fidel, la observó aislada y le dijo: “te frustré tus ilusiones.” Y ella, solo con la expresión de su rostro se lo confirmó. Lo que llevó la conversación a otro plano y el Comandante le comentó: “Te lo voy a firmar, pero con el compromiso de que sea a ti solamente” y ella respondió aliviada…”bueno realmente la única que tiene a su padre retratado en el libro soy yo.”
Todos lo hubiéramos querido
El doctor Joel Lemus Cheo, compañero sentimental de Belkis, comenta hoy, “bueno él tenía razón, todos hubiéramos querido que nos lo firmara.” Precisamente, ese es el tipo de recompensa que prefieren nuestros revolucionarios, más glorioso que los mayores tesoros del mundo.
Luego de unas merecidas vacaciones Belkis y Joel partirán nuevamente para Venezuela, donde además de ofrecer asistencia continuarán su segunda especialidad de Medicina Física y Rehabilitación; Aldito, después de concluir en Bolivia, comenzará la segunda especialidad en Cirugía y Aldo retornará a la Universidad de Adén, en Yemen, donde es altamente valorada su asesoría.
María Iturriagagoitía D´Celis, como siempre en la retaguardia, se siente útil y feliz porque es su forma de contribuir con la Revolución, aunque no sola, porque tiene a su cargo los cuidados de Emily, la nieta, una niña precoz que ingresará en primaria en septiembre y lleva adelantado el conocimiento de alguna lectura y escritura.
Los Sisto, aunque anden por el mundo repartiendo amor y solidaridad, saben que la casa está bien guardada por Rocío y El viejo, sus queridos canes, que no teníamos porque obviar.
Una historia así pudiera ser aleccionadora para aquellos que piensan que el internacionalismo es un hecho pasado y olvidan que muchas personas en el mundo viven agradecidas de los cubanos y que para eso no existe dinero suficiente para pagarlo, mientras que esta familia está firmemente convencida de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz y pregúntenle a Aldo Sisto quien es Vanguardia Nacional desde hace 17 años, solo por su pasión de ser útil.
2 comentarios
madeleine -
son posturas del autor o del doctor?
jose -