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Matahambre: weblog de Ramón Brizuela Roque

La Patología

La Patología

Por Ramón Brizuela Roque / Fotos Daniel Mitjáns

35 años de un especialista. El 70 % a favor de la vida. Necropsia, mejor que autopsia

L a idea inicial era hablar de su persona, que ha hecho de la profesión un sacerdocio, pero la impositiva modestia y el rigor científico nos llevaron, casi sin notarlo, al inmenso pero poco divulgado mundo de la Anatomía Patológica. Por supuesto, eso significó ganancia para el lector porque conocerá revelaciones interesantes, aunque la praxis periodística nos obligue a un recurso para llevar ambos temas a la vez.

En sus inicios la Patología era una ciencia prácticamente ilegal, los anatomistas –como les llamaban– tenían que robar los cadáveres para realizar sus estudios.

Walter, así sencillamente, es una gente exageradamente habladora, con una prolija cultura que le permite pasar inmediatamente de un tema a otro, no sé si es congénito o por contagio de su esposa, Ana Gloria Pérez Reyes, su más estrecha colaboradora en el laboratorio o simplemente su mano derecha.

En la introducción decía que maestro, por el legado de su mamá, Haydee Rodríguez Godoy, cuya vida entregó totalmente al magisterio, o por el de su abuelo paterno Marcial Martínez Mora, maestro y pastor de la Iglesia Metodista, o por su tío, Félix Rodríguez Godoy, cuyo nombre lleva la medalla de la Asociación Provincial de Pedagogos de Pinar del Río.

Su pasión por la Patología le viene desde su época de estudiante, cuando cursaba el tercer año en la Escuela de Medicina Victoria de Girón y hacía guardias voluntarias en el hospital Manuel “Piti” Fajardo. Pero en resumen, ¿qué encierra esa disciplina para sentir tanto amor por ella?

Algunos se preguntarán por qué pudo haber sido un trabajador de la radio y es que su padre Hermógenes Martínez Rodríguez y sus tíos se encuentran entre los pioneros de la introducción de ese medio en Vueltabajo, hace 75 años.

La primera aclaración que precisamos es la diferencia entre forense y patólogo, quizás por la elevada producción reciente de materiales fílmicos sobre el tema. El forense se ocupa de las autopsias sospechosas de la criminalidad y el patólogo de las muertes naturales o autopsias clínicas. Si uno es el detective en la escena del crimen, el otro lo es en el microscopio.

El doctor Walter realiza una BAAF, en su departamento del hospital León Cuervo Rubio.

Los antiguos, en la lengua grecolatina, nos legaron la palabra autopsia, que visto a la luz de hoy día es un término incorrecto, porque su significado es “verse a sí mismo”. La suma del vocablo opsis / ver y auto / a sí mismo. Se imaginan a un cadáver viéndose.

Aunque es pinareño de pura cepa, para algunos Walter procedía de la parte oriental del país, error afianzado en que sus primeros años de graduado los pasó en Camagüey. Aunque siempre ha estado en constante movimiento, eso explica también por qué se buscó la esposa en Minas de Matahambre, y cómo no tuvo inconvenientes para cumplir misiones internacionalistas en Vietnam y en Uganda.

Hoy los especialistas prefieren necropsia como concepto definitorio, que equivale a ver la muerte. Pero por qué hablar tanto de ese fatal desenlace, si ellos –asegura nuestro entrevistado– están más cerca de la vida.

“El 70 por ciento de nuestro trabajo está en función de proteger la vida –argumenta–, ese tiempo lo distribuimos en biopsias y estudios citológicos. Por ejemplo biopsia, quiere decir ver la vida. Mientras que la citología es el estudio de las células y sus modificaciones patológicas para diagnósticos oportunos. También nuestro campo de estudios incluye todos los líquidos corporales, por congelación e intraoperatorios. La citología vaginal y las BAAF (biopsia por aspiración con aguja fina) lo que para los españoles es PAAF, por la punción.”

El patólogo, en sentido figurado, ha salido a la calle; ellos no miran al rostro de su paciente, sino que apuntan directamente a sus células, el afán es ayudar a salvar. Su papel protagónico es la detección oportuna del cáncer, son quienes primero chocan con la enfermedad, con un diagnóstico de certeza.

Si fuera necesario hacer un currículo de este investigador, innovador y educador, no podríamos olvidar su condición de profesor instructor en la filial de tecnologías de la Salud Simón Bolívar, de la Facultad de Ciencias Médicas; el haber recibido la Medalla de la Amistad de Vietnam, de manos de Phan Van Dong; la de la Alfabetización, la “Piti” Fajardo, Trabajador Internacionalista, Hazaña Laboral y Vanguardia Nacional durante seis años.

Se añadiría la Juan Tomás Roig, el sello 8 de Octubre de la ANIR y la Estrella del Ingenio, también de esa organización. Aunque quizás en nuestra lista puedan faltar otras condecoraciones, no debemos olvidar su condición de miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución.

El doctor Walter, aparte de especialista de segundo grado, es jefe del Servicio de Anatomía Patológica en el hospital provincial docente clínico quirúrgico León Cuervo Rubio, jefe del Grupo Provincial y miembro de número de la Sociedad Latinoamericana de Patología.

Un mundo por delante...
“Tenemos un mundo por delante. El criterio de prevención no es sólo evitar que algo ocurra; sino que cuando hacemos un tratamiento oportuno se puede aplicar un tratamiento eficiente en la etapa de lesión precancerosa o carcinoma in situ, con un ciento por ciento de curación.
“Un diabético, un asmático, un cardíaco, un cirrótico aprenden a vivir con su enfermedad, nosotros aspiramos a que en algunas etapas clínicas la enfermedad con criterio oncológico pueda convertirse en una crónica no trasmisible: ciframos la esperanza en la inmunología molecular y Cuba está muy adelantada en ese sentido.
“Mientras tanto sigo siendo un científico de a pie, feliz con mi familia: Ana mi esposa y mis hijos Manuel y Walter, además de la que forman la gente del barrio y del trabajo. Y, por supuesto, agradeciendo el firme apoyo de los sindicatos de la Ciencia y la Salud, y la ANIR, a ellos me debo”.

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