Con Maribel, eternamente risueña |
Esta entrevista debió hacerse 10 años atrás, cuando el doctor en Ciencias Médicas Rafael García Portela no desaprovechaba ninguna tribuna para hablar del método clínico, período en el que pocos lo mencionaban.
Tenía que ser así, era su más preciada herramienta al bajar en el año 1965 del Pico Turquino con su título de Médico entregado por Fidel y dirigirse al entonces Cayuco –hoy Manuel Lazo–, enfundado en su uniforme de caqui gris, inequívoco símbolo del Servicio Médico Rural.
Rafaelito, como lo llamaban, iba saturado de satisfacción, quedaban atrás invaluables recuerdos, como cuando se hizo agrimensor al cerrar Batista la Universidad de La Habana y dejar truncas sus aspiraciones de ser médico, aunque el hecho lo acrecentó como combatiente clandestino del Movimiento 26 de Julio y lo radicalizó al servicio de la Revolución, a la que se sumó desde el golpe de estado de 1952, a pesar de su corta edad.
DEUDA SALDADA
Le resulta embarazoso hablar de sí mismo. Entonces cómo satisfacer la curiosidad periodística y relatar que fue el primer Doctor en Ciencias con defensa de tesis que tuvo Pinar del Río en el sector de la Salud.
Y que por su experiencia lo incluyeron entre los expertos del Premio Anual de la Salud, el Premio de la Academia de Ciencias; como miembro de los consejos técnico asesor del Citma y de la UCM, y del propio consejo del hospital Abel Santamaría; que pertenece al grupo de expertos de publicaciones médicas de la provincia y de sus 19 años como Vanguardia Nacional, merecedor del Escudo Pinareño y de más de una veintena de condecoraciones.
Después de la deuda saldada y la necesaria presentación hay que añadir que el doctor Rafael García Portela, especialista de segundo grado en Medicina Interna, es profesor Titular Consultante y Profesor de Mérito en la Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río y con 74 años de edad continúa en el hospital Abel Santamaría Cuadrado.
HONRAR, HONRA
El país había acreditado como doctores en ciencias a un grupo de profesores brillantes, entre ellos al eminente pediatra Severino Puentes, quien merecidamente lo recibió por otorgamiento y hacemos la justa aclaración porque García Portela, lo obtuvo mediante la defensa de su tesis en el hospital Calixto García.
Actualmente la provincia cuenta en el sector con 10 de ellos y solo tres ejercen como médicos: Aldo Sixto, José G. Sanabria Negrín y García Portela. En este momento de honras hay que añadir que en la tríada de los Profesores de Mérito de la Universidad Médica lo acompañan Marcos Antonio Montano y Juan José Noda.
Parte de los tesoros que solo se muestran en familia. |
UNA SILLA, SOLO ESO
El motivo de este diálogo es científico y no podemos obviar las consideraciones de este especialista, sobre un tema que ha defendido con vehemencia.
El método clínico –expone– realmente es la forma científica que empleamos los médicos para hacer el diagnóstico de una enfermedad y medicar a un paciente y existe además, el método epidemiológico que se utiliza para dar solución a los problemas de salud de una población, una comunidad. Son distintos, pero ambos se proponen encontrar un resultado.
"Cuando a nosotros acude un paciente es porque tiene un problema de salud, entonces iniciamos una miniinvestigación para indicar el tratamiento adecuado. El procedimiento responde a una metódica bien trazada, hay que buscar información... ¿Y cómo la buscas? ¡Ah!, con el interrogatorio y el examen físico. Al enfermo hay que sacarle la mayor cantidad posible de datos. El interrogatorio es muy importante, no se puede obviar. El libro de Cecil Loeb, –un clásico de la Medicina– plantea en su prólogo que el arma más poderosa que tienes para llegar a un diagnóstico es el interrogatorio.
"Hay una anécdota muy interesante de un famoso clínico y endocrinólogo español, Gregorio Marañón, que cuando le preguntaron ¿profesor, en esta época de gran desarrollo de la tecnología, cual es el aparato que usted cree que sirva mejor para hacer diagnóstico? respondió: La silla, en la que yo me siento o en la que siento al paciente para interrogarlo.
"El profesor Jiménez Díaz, una gloria de la Medicina española, decía que el médico antes de emprender la inspección, palpación, percusión y auscultación, que son las cuatro bases del examen físico, tiene que hacer primero la ´escuchasión´".
DE HIPÓCRATES LO APRENDIERON
"El método viene de la época de Hipócrates, –añade– que no tenía ningún aparato, pero inspeccionaba, palpaba y percutía a sus pacientes y le pegaba la oreja a la piel. De ahí a acá ha ido progresando y se han ido introduciendo nuevos conocimientos en las ramas de la Medicina, la Fisiología, la Anatomía, la Microbiología... Y se va completando el conocimiento, pero hay que seguir examinando al paciente.
"Luego comenzaron a venir las tecnologías de laboratorio clínico, de microbiología, de radiología –que ahora se le dice imaginología–, la electrocardiografía y todos los procedimientos invasivos, como los cateterismos, la tomografía axial computarizada, la resonancia magnética nuclear y lógicamente han enriquecido el saber médico y favorecido el diagnóstico.
"No podemos negar la importancia de la tecnología, pero el método clínico tiene una secuencia y es fundamental, primero la existencia de un problema, segundo el interrogatorio, tercero el examen físico y cuarto, cuando tienes los elementos, hacer una hipótesis de lo que está pasando; nosotros la llamamos impresión diagnóstica. Luego acudimos a los exámenes complementarios como medio de confirmación, si fuera necesario.
"A veces el médico es complaciente y la persona solicita que le hagan una TAC, pero ese equipo emite de 100 a 110 volúmenes de radiación más que una simple radiografía de tórax, que son dañinas para la salud y pueden conducir hasta formaciones malignas".
En resumen, sobre el método clínico hoy se comprueba que García Portela tenía la razón.
Sus mayores tesoros
Rafael en su seno familiar representa a la ciencia; Mario, su hermano, prestigioso artista de la plástica cubana, es un adalid de la cultura. En esencia atesoran muchas riquezas, y aunque García Portela no me las puntualizó, me tomo la libertad de revelarlas, aun a riesgo de que falten algunas o me equivoque en otras.
-El principal tesoro es su familia, formada por su eterna compañera Maribel Otero García; sus hijas, médicos, másteres, especialistas de segundo grado Madelén y Marién; los nietos Dariel, 16 años, Adrián, seis y Lorena 10.
-Aunque con un tío médico, su inspiración para abrazar la profesión fue Tebelio Rodríguez del Haya, un digno vueltabajero a quien Pinar del Río mucho le debe.
-Tres libros de su autoría, uno de ellos en conjunción con el neurólogo doctor Antonio García.
-El raído brazalete del M-26-7 que estrenó en el acuartelamiento de la Huelga de Abril.
-El libro de fundadores del Partido Comunista de Cuba, en cuyas páginas aparece su fotografía.
-La gama de recuerdos de 74 años; agradecimientos a sus compañeros de lucha, cuyos nombres no cabrían todos aquí; a sus colegas que suman muchos, a sus alumnos, amigos, vecinos... en fin, es tanta la riqueza que estoy seguro de que una gran parte se queda fuera, porque la grandeza no se puede atrapar en un periódico.
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