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Matahambre: weblog de Ramón Brizuela Roque

Reciclables y desechables

A alguien le pareció que en el comentario En época de la bigornia negaba el desarrollo. Y me pregunto ¿qué es desarrollo?

Acaso identificamos con desarrollo al mundo generado por la sociedad y el modo capitalista de producción, que envenena al planeta con el cambio climático o con su educación de que todo es desechable.

Dos vocablos se nos colaron en nuestra lengua cotidiana: reciclable y desechable y tienen un extraordinario vinculo material, pero parten  más que de la buena fe del aprovechamiento de los recursos, de una educación consumista a ultranza.

Ya no se fabrican los productos de larga vida, con materias primas harto resistentes, sino que nacen con el sello de desechables, porque hay detrás una gran maquinaria recicladora, que no le negamos su valía, pero pensemos igualmente en los pobres.

En las grandes capitales del primer mundo todo es desechable, desde el tenedor hasta equipos a los que se les agota su vida útil después de un día de campo; ya hasta el sexo es desechable, para momentos de apuros crearon las muñecas inflables.

Los zapatos de esa sociedad, los buenos son carísimos, entonces el ciudadano medio tiene que acudir al reciclable: unas cuantas puestas y a la basura. Luego dicen, ¡qué mala calidad! No señor, lo que cuesta dos pesetas no puede tener larga vida. Eso no ocurría en época de la bigornia.

Los autos de hoy nacen con vida limitada, incluso hay países que piensan en una legislación para después de equis años  “sacarlos de la circulación”. Se imaginan de nosotros si no fuera por el blindaje de los almendrones que llenan  nuestras calles.

Antes se guardaba todo, porque la caja de fosforo vacía era el futuro albergue de los alfileres de una costurera; la libreta escolar usada, después de haber entretenido las mentes, terminaba en el baño para beneficio de otra parte del cuerpo; ninguna latica de conserva se botaba, nada iba a la basura sin antes tener múltiples usos: la botella de refresco, sería la del puré de tomate, la de ron con igual destino, la caja de cartón para resguardar el colchón de los ataques del oxidado alambre de cama.

Ahora los culeros no se lavan, se botan; los pañuelos de mano son de papel y van detrás de los culeros para el mismo destino, los platicos, cucharas, vasos y tenedores ya se saben el camino; los muebles cada día son más bonitos, y más sensibles a la humedad.

A todo eso de comprar y botar, machacar y reciclar le llamamos desarrollo. Lástima que las buenas formas se van también con los objetos: a dónde ha ido a parar el “con permiso” “por favor”, “muchas gracias, “aquí estoy para servirle”, “qué tenga un buen día”, “gracias por visitarnos”, “le deseo buena salud”, “por favor, no diga eso, la culpa es mía” y una larga lista que hemos reciclado, pero cuyos términos nuevos en nuestro periódico son impublicables.

Amigos, sin nihilismo, conjuguemos tiempo y espacio, si lo de la bigornia era subdesarrollo, lo prefiero al desarrollo de que todo es para botar, en momentos en que el salario también quiere irse del bolsillo a solo minutos de entrar.

Para mi desarrollo es el beneficio de la tecnología en la salud, la producción de alimentos, las comunicaciones y cada cosa que mejore la vida del ciudadano medio.

El oropel, la fanfarria, las prendas del más allá, las ideas mal copiadas de sociedades ajenas, eso no es desarrollo, simplemente vanidad de querer subir a lo alto, sin haber conseguido la escalera.

Me gusta el desarrollo: el celular “cuatriband con bluetooth”, la televisión satelital con pantalla touch, el ordenador con banda ancha y si es Ipad mejor aún, el sunday de chocolate con, marshmallows,  pero me preocupa que no exista el pecado capital y las muchachitas corran del aula a la cama, los hombres de casen con los hombres y mujeres con mujeres. ¿Eso es desarrollo? !Ñooo!

Al paso que vamos de la máxima filosófica de René Descartes “Cogito ergo sum” ´ (Pienso, luego existo) Solo quedará un Coito, ergo sum como premio a nuestro desmedido amor de aldeanos al supra desarrollo, cuando lo que se requería era austeridad y vivir con los pies en la tierra…  sin pisotear las posturas.

 

 

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