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Matahambre: weblog de Ramón Brizuela Roque

Paraíso en el Hoyo del Guamá

Paraíso en el Hoyo del Guamá Lo que sumerios y egipcios hicieron hace 6 000 años, lo están alcanzando los pinareños con mucho amor y paciencia, en la otrora finca La Cabaña en el bucólico Hoyo del Guamá.
Es un paraíso de 62 hectáreas, donde se abigarran la flora más evolucionada, como las orquídeas, con la más antiquísimas del planeta, sobre la que hollaron los grandes saurios.
El concepto del naturalista alemán Leo Weibel, de que Cuba es un continente en miniatura, halla su máximo exponente en los campos de Pinar del Río por su geología, suelos, paisajes y flora.
La nueva obra, un gran tesoro verde, cuya riqueza está en el modo que perpetúa el entorno y garantiza la existencia humana, emerge como un oasis para que perduren, en armoniosa familiaridad, plantas de las más diversas latitudes, que solo la sabiduría puede hacerlas convivir a pesar del antagonismo, cómo inicialmente dispusiera la naturaleza.
Por eso no es casual que el sagrado Ginkgo biloba llegara de una ignota montaña china y se afianzara en el campo pinareño, junto a cipreses, araucarias y la Microcycas calocoma, la enigmática Palma Corcho, endémica de la provincia y que fuera declarada Monumento Nacional Natural por su condición de fósil viviente del período Jurásico.

Hasta 6 000 especies

El Jardín Botánico de Pinar del Río ya es una realidad, que la atestiguan las 1 300 especies vegetales que reposan en su suelo, pero que se supone sobrepasen las 6 000 en el futuro, que es el inventario de la flora cubana actual.
La idea de este centro científico se sembró en 1998, durante una visita de la doctora Rosa Elena Simeón, la que fue acogida y fertilizada con el beneplácito y apoyo de la dirección del Gobierno provincial.
Pero eso no bastó, a fuer de ser honestos, debemos decir que además del esfuerzo del CITMA, de los 34 trabajadores, si no fuera por la inteligencia y la magia del doctor Armado Urquiola Cruz, la obra solo sería la génesis de un proyecto.
El científico pinareño, con su devoción profesoral, explica que el Botánico tendrá tres colecciones principales, el área fitogeográfica de la provincia, que caracteriza sus ecosistemas de vegetación de serpentinas, como es el caso de la Meseta de Cajálbana; la de Mogotes bien representada en Viñales, como en sierras del Rosario y las pizarras de la Sierra de Los Órganos, como los pinares de Matahambre, Viñales, Mantua, Guane; las arenas blancas del sur, específicamente Sandino y Guane, así como de calizas de edad reciente de la Península de Guanahacabibes.
La segunda colección incluye las hierbas medicinales, las de contenido folclórico y las que sustentan al hombre, como las viandas, hortalizas, granos, forestales y frutales, junto con las fuentes económicas: café y caña de azúcar.
El tabaco, por ser fundamental para el territorio, tendrá un lugar especial para mostrarle al visitante desde su origen hasta el producto terminado.
Todo lo anterior se hará a partir de tecnologías sostenibles, una agricultura orgánica que destierra las formulaciones químicas y explota las posibilidades y capacidades de los biopesticidas y biofertilizantes.

Monte Ewe y Bosque Arcaico

Entre los atractivos estará el Monte Ewe, dedicado a las deidades y cultos afrocubanos, donde se esparcen por el bosque la siguaraya, ceiba, paraíso, salvadera, álamo, vencedor, abrecaminos y el rompezaragüey, entre otros.
Por el sendero sistemático se puede incursionar en el fantástico mundo de la evolución vegetal, desde las especies más primitivas, por ejemplo la División Psilophyta, de la que existe un representante en Cuba llamado Psilotum.
Ahí estarán los musgos, licopodios, colas de caballo, helechos, gimnospermas (plantas con semillas y sin frutos), que abarcan desde el Silúrico, hace 440 millones de años, hasta el Jurásico, hace 185 millones.
El recorrido continúa hasta las plantas con flores, las más evolucionadas, diversificadas y abundantes en el planeta, hasta concluir con las orquídeas, una especie de reina de la flora.
En todas estas áreas los visitantes, y en especial los estudiantes, podrán estimar especies que solo conocen a través de la literatura, donde se conjugan desde las raras y exóticas hasta las más curiosas como el árbol del caucho, plantas carnívoras, venenosas, ornamentales como la magnolia o las aromáticas como la canela, cúrbana y la pimienta.
Los frutales son una colección muy rica y variada, que entre sus ejemplares tiene al Noni, muy demandado internacionalmente por sus propiedades antioxidantes y se le atribuye carácter preventivo del cáncer, entre otras virtudes.

Martí presente

El Bosque Martiano es el resultado de una exquisita búsqueda, donde se exponen todos los ejemplares de frutos, plantas y árboles que nuestro Héroe Nacional muestra en su extensa obra literaria.
Pero hay otras singularidades, como el Jardín táctil y olfativo para que las personas discapacitadas se recreen y entrenen en el conocimiento y la identificación de plantas.
Habrá una abundante colección de palmas - desde las barrigonas en extinción- hasta las de otras latitudes, junto a la espigada palma real y, de manera particular, un atractivo lugar en la que se exhibirán individuos vegetales vinculados a famosos botánicos como Juan Tomás Roig, Julián Acuña y Johannes Bisse.
En las áreas científico recreativas se contará con un acuarium, con plantas acuáticas y peces ornamentales, que además de su valor educativo tendrán fines comerciales para coleccionistas.
Los restantes espacios para el público son pabellones de exposiciones, géneros de lugares húmedos, hiperhúmedos y desérticos con abundancia de cactáceas y suculentas.
Al arribo, los visitantes contemplarán las Plaza del jardín, de importancia estética y recreativa, que incluye un laberinto de arbustos para el desarrollo del juego y la orientación de los niños.

¿Qué depara el futuro?

Es una obra ambiciosa, de extraordinario interés científico, pero con marcado acento turístico, por lo que muchas cosas dependen de un futuro probablemente no lejano, pero dependiente de la fluctuación económica, para que esa maravilla se revele en toda su plenitud.
Estamos refiriéndonos a las edificaciones proyectadas: el Centro de visitantes con su mirador, para otear todo el horizonte; la dirección; el Centro científico, con biblioteca, herbario y locales para la investigación; el Museo botánico; una residencia científica; un eco restaurante y las instalaciones socio administrativas necesarias.
Y aunque el jardín da sus primeros pasos, ya tiene metas, como el cumplimiento de un compromiso internacional para dentro de seis años, de tener en sus colecciones el 60 por ciento de la flora amenazada de extinción de la provincia.
Ese propósito permitirá un banco genético para retribuir las plantas a sus lugares de origen en caso de que exista una drástica disminución en las poblaciones originales.

Un ¡Gracias! fraternal (

Un lugar como este requería para su construcción de mucho apoyo, y muy aleccionadora fue la decisión del Gobierno Provincial, de donar sus áreas de autoconsumo, para dar cuerpo a la idea, pero que se vio respaldada además por la actitud de los campesinos del lugar que accedieron al cambio de sus tierras .
A ese ¡Gracias! fraternal hay que sumar la ayuda de la Asociación de Amistad Berlín Cuba, que desde el mismo inicio del proyecto ha estado junto a los cubanos, incluso con grupos de diez jóvenes colaboradores cada seis meses, pero que lo mismo trabajaban en temas científicos como en la parte agrícola.
Y tambièn un especial agradecimientos por los aportes de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Valencia, en España.

Discípulo de Aristóteles

El primer jardín botánico como tal fue creado por un discípulo de Aristóteles, Teophrasto de Efeso, que clasificó unas 500 especies vegetales, entre los años 384.322 a.n.e.
Otros muy antiguos son en 1544 el Jardín Botánico de Pisa, Italia; 1560, Zurich, Alemania; 1598, Montpellier, Francia; 1600 Copenhague, en Países Bajos.
El primer jardín botánico fundado en el área del Caribe fue en 1766 el de Saint Vicent, pequeña isla de las Antillas Menores. Le siguió en 1775 uno más pequeño en Jamaica. Los ingleses y franceses fueron previsores y crearon estas instituciones para aclimatar plantas como el mango, la canela y el árbol del pan, entre otros.
Los españoles, por su parte, no lo fueron en sus posesiones insulares y solo se recuerda la fundación de un jardín botánico en Cuba, en 1817.
Luego hubo varias gestiones que prosperaron desde 1795 por la Sociedad Patriótica Amigos del País, el Barón Alexander von Humboldt, Aimé Bonpland y el naturalista Martín Sessé.
En 1901, en las afueras de Cienfuegos se creó uno por Edwin P. Atkins, dueño del central Soledad, hoy Pepito Tey.
En la década del 30 se construye en Soroa, Pinar del Río, por iniciativa del abogado doctor Tomás F. Camacho, un jardín privado especializado en el cultivo de orquídeas.
En 1967 el Gobierno Revolucionario asignó a la Universidad de La Habana la responsabilidad de la creación de un nuevo Jardín Botánico Nacional, situado en Calabazar, Ciudad de La Habana y que contó con la asesoría directa del Profesor doctor Johannes Bisse, de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, Alemania.

2 comentarios

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